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Descripción archivística
2.ª división de fondo
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Poderes de los tesoreros

Contiene las escrituras públicas de apoderamiento de los tesoreros Vincencio Squarzafigo, Pedro González, Manuel de Villegas y Piñateli e Ignacio de Luzán.

Secretaría. Censura de obras. Informes

Contiene los informes sobre publicaciones solicitados a la Real Academia Española por el Consejo de Castilla, el ministerio de Gracia y Justicia y el de Fomento (subdirección general de Instrucción Pública).

Secretaría. Coordinación y gestión de obras y publicaciones

Las diferentes normas que han regulado el funcionamiento de la Real Academia Española han recogido en lugares destacados las obras y publicaciones de la institución.

Desde los primeros estatutos de 1715 hasta el último Reglamento de 2014 se han recogido y enumerado, con mayor o menor detalle, las obras y publicaciones sobre las que ha trabajado la Academia. En algunos casos, como en los Estatutos de 1859, la enumeración ha sido exhaustiva: un diccionario etimológico, un diccionario de voces autorizadas, un diccionario de voces de artes y oficios, un diccionario de sinónimos, un diccionario de provincialismos, un diccionario de arcaísmos, un diccionario de neologismos, un diccionario de la rima y compendios de estos diccionarios; una Gramática y su compendio y epítome, ediciones correctas e ilustradas de nuestros poetas y escritores selectos de todos los siglos, las memorias de la Academia y los discursos de recepción en colección.

Desde que la Academia se constituyó en 1713 su objeto principal ha sido la formación de un diccionario de la lengua. Una vez terminado el diccionario, según el capítulo quinto de los primeros estatutos de 1715, se trabajará en una gramática y una poética españolas y en una historia de la lengua. Además de estas obras mayores, los primeros estatutos hacen también mención a otras menores: los discursos mensuales encargados por el director a los académicos por turnos. El director también decidió sobre la necesidad de componer oraciones, que en ocasiones fueron impresas.

Más adelante, en los Estatutos de 1848, se aprovecha el capítulo dedicado a las tareas de la Academia para enumerar las obras que “la Academia ha de dar a la luz”, para cuya preparación se prevé la creación de cinco comisiones de carácter permanente, compuesta cada una de ellas de dos o tres académicos: para el Diccionario de la Lengua Española, la Gramática y la Ortografía, de la Prosodia y Arte métrica, la Etimología e historia de la lengua y la reimpresión de autores clásicos.

Tras los Estatutos de 1859, las normas académicas se limitan a indicar que se trabajará para la publicación del Diccionario común, del Diccionario histórico de la Lengua Española, de la Gramática y de ediciones correctas e ilustradas de nuestros poetas y escritores selectos, además de las memorias de la Academia y de los discursos de recepción en colección.

Finalmente, el Reglamento de 2014 menciona la publicación del Boletín de la Real Academia Española.

En el fondo de la Real Academia Española se conservan documentos sobre la edición del Diccionario de Autoridades y las sucesivas ediciones de los diccionarios de uso común y del manual. Hay un volumen considerable de documentación sobre las distintas ediciones de la Gramática. También se conserva documentación sobre las ediciones del Compendio y del Epítome, sobre la Ortografía y del Prontuario, sobre el Diccionario Histórico, sobre las distintas ediciones de Don Quijote de la Mancha, sobre las ediciones del Fuero Juzgo y las Cantigas del Rey Sabio, sobre los títulos publicados en la Biblioteca selecta de clásicos españoles, sobre algunas ediciones facsimilares y sobre la edición de las Memorias de la Academia. Se conservan igualmente, los expedientes de edición de algunos tomos del Boletín de la Real Academia Española y de sus anejos.

Se conservan, por último, unas importantes series documentales de discursos académicos, oraciones, sermones, exequias y elogios.

Secretaría. Gestión de la Librería

El 9 de abril de 1739 se encarga la librería al recién nombrado secretario Lope Hurtado de Mendoza. Según la planta de 1738, era el tesorero el encargado de los libros.

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