Cree que debe contestar a Víctor de la Serna, que le parece un vividor, y sus viajes de lo más impopulares y arbitrarios. Considera que los libros de viajes son cosa de escritores, no de periodistas prisosos.

Le pide que le diga Calvo-Sotelo que le enviará en 8 o 10 días su novelita Memorias de un caza-dotes; le pregunta si ha leído a los estúpidos de Ateneo metiéndose con el cuento semanal y que el domingo inaugura un ciclo de conferencias con Cayetano Luca de Tena en el que intervendrá Buero Vallejo. Le manda un artículo sobre su cordial enemigo don Luis.

Añade que Calvo-Sotelo le ha pedido un original para la Novela del sábado, y que tiene una obrita llamada Memorias de un caza-dotes que puede tener gracia. Dice también que ha presentado su novela al Gijón.

Añade que está escribiendo La vida misma e Historia en el Sur.