Le dice que vive como en Madrid, solitario y supuesto. Manda recuerdos de Luisita.

Le dice que vive como en Madrid, solitario y supuesto. Manda recuerdos de Luisita.

Manda recuerdos de Luisita.

Le recuerda y le admira.

Rocamora le había llevado de agasajo en agasajo y de repente se quedaba solo. Ya se ha rehecho y La Nación ha vuelto a publicar sus cosas. Manda recuerdos a Ramón Pastor y a Luca de Tena.

Le dice que Dionisio Ridruejo puede arreglar su destino a España, a quien envió varios artículos para Destino y que le dará sus noticas a Ortega. Dice que ahora sigue mejor la vida de España y que como trabaja todo el día en su despacho, le parece que está en la calle de Villanueva. Manda recuerdos de su mujer.

Dice que en cuanto tuvo la oportunidad de irse a América, tomó el primero de agosto un barco a Buenos Aires, donde tenía algún prestigio por los libros y conferencias que dio en distintas fechas. Pero las dificultades aumentan en vez de disminuir, y le persiguen constantemente los comunistoides, por lo que ha resuelto quedarse en concepto de centinela intelectual. Añade que recibió un proposición generosa de Manuel Aznar y que si sabe de revista o periódico que le necesite, se lo diga. Le pide noticias de los amigos.

Añade que no ha recibido ninguna proposición de Vértice ni de ninguna otra revista, que tiene algo de tertulia con José Ortega y que a los indeseables ni se los tropieza. Le dice que ha estado con Manuel Falla y le pide noticias de los amigos.

Añade que ya ha enviado sus colaboraciones a Corrochano y que convendría que Blanco y Negro llegase a América. Le pide que le envíe cosas de propaganda. Manda recuerdos de su mujer.

Le pide que le oriente cuando lea sus colaboraciones. Supone el disgusto que habrá tenido al ver su casa asolada y despojada y espera que se instale pronto en su nueva casa y pueda reunir de nuevo sus libros con un dispositivo que estalle ante posibles ladrones.