Indica que, tras la muerte del director Buitrago, de Santiago González y Salvador Valenzuela, del cambio de domicilio de Francisco Galindo y de su emigración, la Academia ha estado desorganizada, sin que se hayan reanudado sus trabajos.

Anuncia que envía un retrato que se describe de forma autónoma en http://archivo.rae.es/index.php/f6gz4.

Añade que envía un paquetito de impresos para él y otros académicos y para los señores Torroja y Pero de Novo, de la Academia de Ciencias. Dice que le conoció en México y que cuando estuvo en España como embajador de El Salvador, Casares estaba casi siempre en Ginebra. Manifiesta que fue cadete de Toledo y de Guadalajara y que de sus 305 compañeros de promoción solo quedan 45.

Añade que Ricardo Spottorno, diplomático en El Salvador, se ha empeñado en la restauración de la Academia Salvadoreña, pero sus gestiones no han dado resultado positivo.

Añade que ha recibido los discursos de Saralegui y Medina, le remite un folleto titulado La Universidad y dice que le mantendrá al corriente de los pasos dados en la reorganización de la corporación salvadoreña.