Capilla ardiente

En el acta del pleno de 26 de enero de 1893 el secretario de la Academia dejó escrito: «Los señores D. Esteban Escobar y D. Emilio Ferrari, pariente el primero y amigo íntimo el segundo del Sr. D. José Zorrilla, visitaron el domingo (22 de enero), siendo ya de noche, al secretario de la Academia, para noticiarle que el insigne poeta estaba ya en la agonía y que su familia deseaba que esta Corporación se encargase de darle sepultura». El secretario fue inmediatamente a casa del director y acordaron que la Academia costease el entierro del poeta, «que moría en notorio estado de pobreza». El secretario trasladó a Ferrari aquella resolución y supo que el Ateneo de Madrid acababa de ofrecer a la familia de Zorrilla ocuparse también de su entierro.

El día siguiente, el 23 de enero de 1893, Manuel Tamayo y Baus recibió la nota de Esteban López Escobar con la noticia del fallecimiento del poeta. El director se dirigió al domicilio de Zorrilla y reiteró a la familia que «la Academia aceptaba el honroso ofrecimiento con que se la había favorecido» y que acataría cualquier otra decisión que la familia adoptase.

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Ante la insistencia de la familia de que fuese la Academia la que se encargase del entierro, el director, de conformidad con el secretario, decidió que la sala de juntas de la casa de la Academia en la calle de Valverde se convirtiera en capilla ardiente y que se le enterrase con toda la pompa que reclamaba su excelsa nombradía y la expectación del pueblo de Madrid, y comisionó a cuatro académicos para la ejecución de las tareas: Manuel Tamayo y Baus, el padre Mir, José Castro y Serrano y Antonio María Fabié.

José Castro y Serrano se ocupó de comprobar que el féretro, el catafalco y el carro fúnebre correspondían a los elegidos por la comisión; el padre Mir se encargó de las gestiones con el obispo y los párrocos de las iglesias de Santa Bárbara y San Ildefonso, y Fabié y el secretario de hablar con el ministro de Fomento, Segismundo Moret.

La constitución de la casa de la Academia en la calle Valverde como capilla ardiente donde se dijeran misas por el alma del poeta requería la autorización del obispo de Madrid-Alcalá, José María Cos y Macho, que llegó el mismo 23 de enero de 1893 a través de Julián de Diego García-Alcolea, su secretario de cámara.

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Para contener al público y mantener el orden, el gobernador civil de Madrid envió un piquete de la Guardia Civil, que dio guardia de honor al cadáver de día y de noche hasta que salió para ser enterrado. El cadáver fue velado por los cuatro académicos comisionados por el director y por el personal de la Academia.

La imagen de la capilla ardiente fue captada por el dibujante Comba y publicada en La Ilustración Española y Americana el 29 de enero de 1893.

Juan Comba. «La capilla ardiente en el salón de actos de la Real Academia Española». La Ilustración Española y Americana, 1893. Xilografía sobre papel.

Covadonga de Quintana, archivo de la Real Academia Española.


FUENTES

Archivo de la Real Academia Española, Fondo Real Academia EspañolaExpediente de José Zorrilla, 328 (antigua signatura 21/6); Libro 34 de actas (1891 a 1894), acta de 26 de enero de 1893.