Remite, sin embargo, el último discurso que dedicó a Marcelino Menéndez y Pelayo.

Añade que puede suprimir fácilmente su elogio del discurso y le felicita por la entrada en la Academia de su hijo.

Manifiesta su conformidad con la supresión de las secciones y se muestra orgulloso de poder lucir su título de académico de número. Expresa su preocupación por la situación en la que quedan las academias regionales.

Añade que, con la muerte de Gómez Restrepo, su vida ha perdido mucha parte de su interés, como la perdió con la muerte de sus amigos Menéndez Pelayo y Miguel Costa.

Menciona su abatimiento por la muerte de su mujer y envía recuerdos para la familia Cotarelo y para Francisco Rodríguez Marín.