Dice que finalmente prevaleció la influencia de Romero Robledo pero que la presión de la Cámara provocó la huida de la mayoría y quedó apenas un número suficiente para sacar triunfante a Navarro Díaz. Supone que ha leído el discurso de Emilio Castelar y habrá apreciado su digna actitud en la cuestión del reglamento; le manda recuerdos de su parte.

Le pide el favor de que compre en un baratillo de la plaza de la Chancillería un velón antiguo y le dice que viajará a Córdoba dentro de unos días.

Le comenta que salvo su ejemplar de Lorca, no tiene más que otro u otros dos, que utiliza para prestarlo y darlo con motivo de un posible compromiso que pueda surgir. En caso de pérdida, le prestaría el suyo o hacer una copia en pocos minutos. También le dice que está terminando una Elegía a José de Ciria y Escalante que es una poesía modesta e íntima, no piensa en publicar por ahora. Ha enviado más ejemplares de su soneto a Pedro Medina Medinilla, a Manuel de Falla y a Federico García Lorca a Granada. Azorín le escribe cordialmente. Finalmente, le pregunta por el paradero actual de Alfonso Reyes.

Le pregunta si Federico está en Madrid y añade que no respondió a la carta que le enviaron Cossío y él. Le pide que le diga a quién puede escribir en Granada para que haga un encargo a Falla.

Sin embargo, la Alhambra está encantadora a pesar de una oruga que está dejando sin hojas su bosque. Le dice que Salas, que veranea en Pozuelo, le presenta a los poderosos de los distintos lugares, y que cenó en Madrid con Eduardo, que seguía mejorando y recobrándose.

Recuerda la conferencia que Federico dio en la Residencia de Estudiantes, bajo el título Las nanas en las distintas zonas de España, que fue un éxito, y cómo le dijo a su padre que podría llegar a ser el mejor poeta de España si estudiaba y perseveraba.

Añade que Granada está preciosa y que les contará de su viaje a Estoril cuando vuelva a Madrid. Pregunta por el libro de su amigo y dice que ella también está escribiendo versos.